Artista y Escritor cubano
“Los grandes momentos nunca detienen su danza”
Como amante de todo lo bien logrado, tengo que evocar nuevamente un tiempo de lo ocurrido en CulturAr HABANA 2010: uno de los responsables de los sollozos provocados por ciertas paredes del Hotel Habana Libre, fue el artista plástico, Leo D´ Lázaro. A este cubano, pese a su talento, bien se le puede calificar como un hombre muy sencillo, tímido, incapaz de regalar su verbo por temor a molestar. Si usted se cruza con él en una calle cualquiera, advertirá una sonrisa limitada, una mirada arropada en temor y rara vez lo oirá hablar; pero quienes logran la dicha de conocerlo admiran su esplendor cultural y se regocijan, sin duda, al estrechar su mano, al ocuparlo con sus motivaciones para crear. Mi defendido acepta con valentía la acusación que sobre él pesa, la influencia en su obra actual de la cultura argentina, del tango. Cómo negarlo si ello quedó demostrado en la exposición colectiva ganada por el Paseo de Arte Independiente de Guía Hueney: junto al sugerente dibujo de Alexandra Rubiño, muy cerca de la exquisitez artesanal de Gustavo Caneda, bordeando la curiosa artesanía de Ludmila Bedair y casi abrazado a la pintura profunda y aprisionada de Flora Isabel García, y entre la obra de otros destacados artistas puntanos también brillaron tres piezas del joven graduado en San Alejandro, con un tema en común, el tango, con un poder inmenso de comunicación, obras pletóricas de alas, al punto tal que hacen volar la imaginación de quien lance sus pestañas al lienzo, y desde mi limitado conocimiento de esta arte describo algo de lo visto. El artista, ubicado en una de las calles deterioradas de la Habana, pinta un charco en una bota, y dentro del calzado una pareja baila el tango con tanta entrega que el concurrente puede comprender el discurso planteado en la distribución de colores en collage con las fotos. No quedan dudas de cuán lejos ha llegado la erótica danza. Quien se detiene frente al cuadro revive en sus oídos a Libertad Lamarque, a Hugo del Carril. Evocas con el lienzo el nacimiento de este baile que tanto le debe a Quilombo; y si ante el embeleso miras otra de las pinturas, te percatas de que Leo respeta las diferencias, por ello la presencia también del flamenco y del ballet clásico en el mismo lienzo.
También fotógrafo, escultor y modelo de su propia obra, Leo logra un difícil y finalmente creíble juego con el tiempo, de modo tal que hospeda al hoy en el ayer; y el observador piensa y medita sobre un pasado que no es más que nuestro propio presente, obligándonos a reflexionar por un mañana.
Tiene por estilo el que, con cámara en mano, bebe la imagen que calla su sed; con la musa humedecida va dando forma a la creación. No obstante, en innegables momentos prefiere regalar su inquietud en poesía o prosas. Y a sólo 30 ó 40 segundos de este lugar, yace un mercado conocido como “Ruinas del Parque”; el escenario no es más que una Isla creada por el joven promotor del Casco Histórico de la Ciudad para cumplir el compromiso que le hizo El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha a su escudero; si, así es. Quien visite la sede gastronómica podrá ver una obra escultural hecha en alambrón, conocida como “El Sancho de La Habana” y atestiguo que este cabalga radiante en su asno con escudo y lanza en mano. La obra, confiesa su creador, corresponde a su período de estudiante (1989) y es inmediata al fiel seguidor del Caballero de la triste figura esbelta y oronda. La soberana y alta Dama, Dulcinea del Tobosco (roca, condición, objeto), creación de la etapa que vive y que ha denominado “Arqueología del Presente”, pertenece al mismo ciclo de los cuadros referidos.
Su estudio fue visitado por un grupo de fieles del tango como danza. El bohemio lugar permitió que los invitados se unieran a “El Ojo del Ciclón”, sociedad cultural creada por Leo, que suma a artistas e intelectuales, que de manera espontánea aportan diversas creaciones. Y una tarde se hizo una Milonga, visitada por los argentinos Coló y Alejandra Tabó; tiempo más tarde fue visitada por la revista Guía Hueney, en representación del arte de San Luis.
Este hombre, hechizado desde su niñez por las películas de Carlos Gardel, expone además en La Casa Museo Víctor Hugo. En la calle O´Relly se exhibe un mural titulado “La Musa de la Habana”. En el Palace Garden tiene emplazada una obra escultórica. Ha viajado a Francia, México, a La Feria de Mar Bella, cuenta con participaciones destacadas en La Bienal de la Habana, y para equilibrio de su alma, conoció Argentina, y se sumó posteriormente a CulTurAr HABANA-2010. En el mes de febrero realizó en la Habana, una pasarela, actuación donde diseñó el vestido de una bailarina, y luego pintó sobre él para inmediatamente bailar (y muy bien) un tango con ella. Recientemente terminó su nueva obra “La Casa sin Techo”, basada en la muestra fotográfica “Naturaleza Partida”, de Paola Irastorza.
No hay dudas de que el aroma del arte puntano también se respira en la Isla del ron.
Obras a las que refiere el autor de este artículo sobre artistas puntanos mostrados en Cuba.
Artesanía de Ludmila Bedair
Artesanía de Gustavo Caneda